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Mikel Lertxundi

Del 18 de julio al 13 de octubre de 2019

Comisario: Mikel Onandia

Orekaren bila es una exposición antológica que presenta, a través de una selección de cerca de treinta obras, el universo plástico desarrollado por Mikel Lertxundi a lo largo de las tres últimas décadas. Sin responder a una retrospectiva al uso, la muestra descubre las principales líneas de investigación del artista, desde los primeros ejemplos en los que logra un lenguaje maduro e identificable a comienzos de los ochenta hasta sus últimas piezas, entre ellas cinco esculturas realizadas específicamente para Sala Rekalde.

Lertxundi ha dedicado toda su trayectoria a buscar, mediante el arte, la esencia de la naturaleza a partir de tres variantes, la tierra, el espacio y el tiempo. Desde muy joven, durante sus paseos por montañas pedregosas, paisajes boscosos y zonas industriales, el artista de Berriatua comenzó a interpretar los rastros que encontraba en los materiales, en el ambiente y en los paisajes con el propósito de escuchar la voz del entorno.

El escultor definió su forma de expresión tras el descubrimiento de la piedra, la madera y el hierro, tres materiales fuertemente arraigados en la tradición cultural vasca que conforman una visión personal de la naturaleza al asignar a cada uno de ellos los elementos que les son más próximos: la piedra deja espacio al agua, el hierro acoge el fuego y la madera ofrece abrigo al viento.

Respondiendo a las exigencias de cada uno de los materiales, Lertxundi emplea estructuras básicas y geométricas que varía y matiza, alejándose de la seriación del minimalismo, como vía para acceder a su esencia y crear combinaciones y espacios plásticos particulares. Tres cuerpos, separados, apoyados, conectados, cada uno con su propia personalidad, dialogan con el espacio como moderador. En ocasiones se encuentran separados entre sí, mirándose unos a otros; otras veces, se sostienen mutuamente, en acoplamientos múltiples; en los cubos, los tres materiales aparecen unidos, compactos, lo que potencia su complementariedad y define la unión entre diferentes.

Por su parte, los dibujos analizan las sensaciones que pueden generar los volúmenes de las esculturas en las dos dimensiones, en el espacio monumental y en las atmósferas atemporales. Y las cajas de la memoria se erigen en contenedores de elementos que cada espectador debe completar y cerrar. Todas las piezas conforman una sola madeja: un lenguaje escultórico, puro, simple y rotundo, de identidad local y carácter universal.

El tono existencialista que se deriva de la firmeza material y la simplicidad formal exige una contemplación y un disfrute relajados. Mirada, tacto, sentimiento, reflexión. Mientras tanto, pese a sospechar la imposibilidad del equilibrio definitivo, Mikel Lertxundi continúa trabajando en la búsqueda de la oculta armonía –la poesía– que subyace en la naturaleza.

EL ARTISTA

Mikel Lertxundi (Berriatua, 1951) ha realizado numerosas exposiciones individuales, a nivel estatal e internacional, entre las que destacan las realizadas en Museo San Telmo (San Sebastián, 1988), Museo Bonnat (Bayona, 1989), Orgelfabrik Durlach (Karlsruhe, Alemania, 1993), Lichthof des Alten Rathauses (Pforzheim, Alemania, 1993), Galería Adriana Schmidt (Colonia, Alemania, 1998), Sala BBK (Bilbao, 2000), En busca del equilibrio (Monasterio de Zenarruza, 2007), Naturaleza y equilibrio (Parque de esculturas ARENATZarte, Güeñes, 2009), Perspectiva y escala (Galería Kur, San Sebastián, 2014) y Composiciones (Galería Juan Manuel Lumbreras, Bilbao y Galería Luis Burgos, Madrid, 2011). En 2019 dentro del festival Loraldia ha mostrado esculturas de gran tamaño en siete lugares distintos de Bilbao bajo el título Elkarketak.

Entre las muestras colectivas ha participado en Ertibil (1984), Gure Artea (1989), La memoria de los lugares (Museo de Guéthary, 1991), Entre el objeto y el arte (Galería Vanguardia, Bilbao, 1992), NICAF (Tokio, Japón, 1995), FIA (Caracas, Venezuela, 1999), ART MIAMI (2002), ARCO (1999-2002) y Encuentro Europeo de Escultura (Montauban, Francia, 2005), KIAF (Seúl, Corea del Sur, 2008) y Sculpteurs basques á Saint-Jean-de Luz (2018).

Además ha realizado numerosas esculturas públicas e intervenciones artísticas en la naturaleza como La vida a través del equilibrio (Ondarroa, 1994), En su ir y venir (Paseo Marítimo, Zarautz, 1997), Piedra de encuentro (Royal Victoria Country Park. Netley, Hampshire, Inglaterra, 1997), Puerta del equilibrio (Parque del Palacio de Sobrellano, Comillas, Cantabria, 2004), Mirada (Parque de las Cuevas de El Soplao, Cantabria, 2007), Elkarrentzat (Durango, 2007), Espacio Aisureta (Aulestia, 2009), Lurreko (Azurmendi, Larrabetzu, 2012) y Triada (Ziortza-Bolibar, 2015). Su libro Lertxundi, arte universal en euskara obtuvo el premio Euskadi del Gobierno Vasco en 1989.



Imágenes
  • Fotografia David Herranz
    Fotografia David Herranz
  • Fotografía David Herranz
    Fotografía David Herranz
  • Fotografía David Herranz
    Fotografía David Herranz
  • Fotografía David Heranz
    Fotografía David Heranz
  • Fotografía David Herranz
    Fotografía David Herranz